Mis puños se vuelven a cerrar,
y en silencio me retiro a la oscura soledad,
con la mirada puesta en un futuro imposible,
y el yelmo bajo rocas de acero.
La espada ha perdido el filo,
los lobos se han cansado aullar,
los carroños han quedado satisfechos,
la sangre ha dejado de correr....
Busco tu palacio para recuperar fuerzas,
mas solo encuentro un camino desolado,
una mansión en ruinas con olor a naftalina...
Calaveras y huesos rotos incrustados en la pared.
Este es el momento en que el fuego flaquea,
y el miedo se apodera de él...
La tempestad está por llegar,
y siendo ya moribundo, probablemente desaparezca.