Lluvia de fuego sobre el prado de los sueños,
un huracán al acecho de las virtudes,
el tormento de la guadaña,
y la sombra de mis ojos.
Un viento desolado y ausente,
La excusa demente de vivir...
la podredumbre del alma...
la podredumbre del alma...
y el grito desesperado del corazón...
Un caos frente a la mancha de sal,
las luces de la noche se vuelven ínfimas,
el cuerpo se entumece,
y el equilibrio se ve vulnerado ante la realidad.
Confusión, soledad, ira...
el equilibrio moral saboteado...
la sabiduria mitologica se vuelve inservible.
Y mi ego cae por un abismo eterno.
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