Que calle el tiempo que pasa por mis pies,
que se muera de una buena vez...
las noches avanzan y el aire se vuelve cálido,
pero mi alma se va petrificando una vez más...
Ya no soy capaz de sostener mi arma apuntando al horizonte,
aunque ésta soledad me sienta reflexiba,
es el cuerpo quien necesita de la carne...
es el simple deseo de tocar una delicada piel...
Una vez mas, siento mis manos muertas,
un rostro cansado,
mientras mis huellas se vuelven solitarias...
¿Que astro es el que posará pronto sobre el centauro?
Hoy comprendo que no existe culpable,
y que los caprichos siempre son armas de doble filo,
y que los caprichos siempre son armas de doble filo,
que la paciencia es un don,
y que saber amar es regalo de Dios.
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