En la ironia de mi silla comienza mi analogía.
El solitario se cansó de seguir solo sus pasos,
envidiando sanamente el mundo dual.
deseando ser participe de la fantasia humana.
Pero el miedo a sentir frenaba su andar,
así deseó caminar en rutas variadas,
buscando el elemento faltante en su fuego,
mientras la fragilidad era cubierta por su ego.
Pero el amante luchó por surgir,
apoderandose así de su caminar,
envuelto en sus ganas de amar,
de volver a soñar una vez más.
Así es como el gemelo apareció frente al centauro,
compartiendo su alegria,
su bondad y sentir.
Mientras cupido acechaba la compatibilidad.
Hoy por hoy, cuesta hablar de amor,
dejar de sentir el miedo inicial,
pero es el corazón quien toma las riendas del soñar,
y el caminante ha decidido volver a amar.